En el mundo de la etología y el comportamiento animal, una herramienta poderosa y efectiva es el condicionamiento operante. Pero, ¿qué es exactamente este concepto y cómo puede aplicarse para el bienestar de perros, gatos y otros animales de compañía?
Acuñado por el psicólogo B.F. Skinner, se refiere al proceso mediante el cual un comportamiento es modificado por sus consecuencias, ya sea para aumentar o disminuir su frecuencia futura. En pocas palabras, se trata de premiar o castigar un comportamiento para influir en su repetición. Eso es exactamente lo que hacemos cuando enseñamos trucos a un perro o incentivamos a un gato a usar una caja de arena.
Cuatro tipos de condicionamiento
Podemos encontrar cuatro tipos de condicionamiento distintos, los cuales se diferencian de acuerdo al tipo de estímulo y conducta esperada.
El refuerzo positivo consiste básicamente en ofrecer una recompensa después de que el animal realiza un comportamiento deseado. Por ejemplo, cuando un perro se sienta y se le da una golosina como premio. Este tipo de refuerzo es el más amigable con nuestros animales.
El refuerzo negativo implica eliminar un estímulo aversivo después de que el animal realiza el comportamiento deseado. Un ejemplo de este tipo de condicionamiento es empujar la parte posterior de tu perro para que se siente. El empuje sería el estímulo aversivo, incentivando a que el perro haga la acción deseada (sentarse). Este tipo de refuerzo no es recomendable porque requiere incomodar a nuestro animal para aprender.
El castigo positivo consiste en aplicar un estímulo aversivo después de que el animal realiza un comportamiento no deseado. Acá se ubican, lamentablemente, las formas más clásicas de adiestramiento, como el tirar de la corra, golpear o gritarle a un animal. Queremos ser enfáticos en que este tipo de condicionamiento es el más inapropiado de todos.
El castigo negativo consiste en eliminar un estímulo deseado después de que el animal realiza un comportamiento no deseado. Por ejemplo, frenar para evitar que tu perro avance cuando tira la correa (solo frenar, no tirar la correa) y permitirle avanzar cuando la correa pierde tensión.
Enfoquémonos en el refuerzo positivo
El condicionamiento operante se convierte en una herramienta efectiva en el proceso de rehabilitación y modificación conductual de los perros y gatos rescatados. Imagina a un perro rescatado que tiene miedo de las personas debido a un pasado traumático.
Utilizando técnicas de condicionamiento operante, podemos asociar gradualmente la presencia de personas con algo positivo, como premios o juegos, ayudando de esta manera al perro a superar su miedo y aprender a confiar nuevamente.
Los entrenadores basados en la ciencia del comportamiento y que buscan el bienestar de sus clientes y animales, entrenan principalmente con refuerzo positivo y castigo negativo. Esto quiere decir que tratan con cosas que los perros disfrutan, como los premios, juego, atención o cariños, y la mayor parte del tiempo los entregan y algunas veces lo quitan.
No usan cosas desagradables que a los perros no les gustan como lo harías con los otros dos cuadrantes, puesto que pueden tener efectos negativos tanto en el aprendizaje como en el vínculo de tutores con perros o gatos.
Al centrarnos en el uso del reforzamiento positivo no solo estamos cambiando comportamientos, sino también estamos estrechando vínculos y generando un ambiente agradable para la vida de nuestros animales.